
Esa ha sido una de mis filosofías y en momentos tensos a bordo de un avión que debe desviarse de su ruta a mitad del Atlántico por problemas climáticos creo que es un buen remedio relajante.
Especialmente si se tuvo la suerte de obtener un asiento de ventana y poder disfrutar de la vista de la nueva ruta trazada. Una ruta que seguramente nunca antes se había volado.
Esa fue mi experiencia en diciembre del 2013 cuando mi vuelo de United Airlines de Frankfurt a Houston tuvo que desviarse hacia el congelado norte debido a una de las tormentas del siglo que se dieron en el Este de Estados Unidos en ese invierno temprano.
Sabiendo que nuestro vuelo se prolongaría más de 2 horas adicionales, me preparé para una jornada de variadas películas que ofrece United en sus pantallas personales de la clase económica en los vuelos transoceánicos, pero nunca me esperaba ver una de las mejores "películas" en vivo que he visto en mi vida.
Como un paisaje de película del espacio o de una historia de un mundo medieval y antiguo, así me pareció Groenlandia vista desde lo alto. El pensamiento que más rondó en mi mente, a parte de la belleza desconocida de este paisaje, fue sobre los misterios y secretos enterrados por miles de años en esta tierra invernal.