Pero el D.F en esta ocasión me presentó otro rostro. Un rostro lavado y pintado con flores, calles ornamentadas y bastante limpias, arte de la calle, esculturas y espacios públicos renovados, así como policías amables e informativos con el turista.
Una ciudad más segura, que según sus habitantes, es actualmente la ciudad más segura del país.
Con una agenda cultural intensa, actividades ciudadanas constantes, con medios de transporte novedosos como las ecobicis, el metrobus, los taxis rosados, las ciclovías, calles peatonales y muchos proyectos nuevos que la han convertido en una ciudad mucho más caminable o visitable de lo que solía ser.
Caminar por Avenida Reforma a las 11 de la noche ya no significa un peligro, ni siquiera caminar hasta el Zócalo es un problema.
Seguramente siempre hay sitios a los cuales es mejor evitar y ladronzuelos oportunistas. Seguramente hay muchos problemas de tráfico, contaminación y huelgas eternas, pero esa gran urbe de más de 22 millones de habitantes se abre poco a poco nuevamente al mundo con un rostro suavizado, con una vigilancia constante y una invitación coqueta para que la visiten nuevamente.